Serie los Próceres y luchadores por la Patria
Martin Miguel de Güemes
Antecedentes:
La
Revolución Tucumana del 11 de Noviembre de 1819 contra el gobernador
Feliciano de la Mota Botello, motivo que ascendiera el gobierno de
Tucumán don Abraham González. Pero el 19 de mayo de 1820 era
elegido gobernador Don Bernabé Aráoz, quien el 6 de Septiembre del
mismo año fue proclamado Presidente Supremo de la República de
Tucumán. Ya se ha visto que desde su destitución como gobernador de
Tucumán, en l817, por el Director Pueyrredón, a pedido de Belgrano,
Aráoz debe de haber sentido animadversión por Güemes. Sin embargo,
el gobernador de Salta llego a decirle en una carta del 19 de agosto
de 1820, lo siguiente: "En
una palabra me debe a mi la vida y otras cosas mas que las ignora..."
A partir del momento que Aráoz gobernó nuevamente Tucumán, esa
enemistad tuvo un rol decisivo. En la precitada nota, Güemes agrego:
Usted
sostiene aún a los godos contra mi autoridad y a mis enemigos
les permite tiren y vayan contra mi públicamente. Mis insinuaciones
oficiales las mira usted con desprecio y en fin todo, usted se vuelve
una pura tramoya para desconceptuarme: en la guerra negándome los
auxilios, retardándome las comunicaciones, buscando pretextos
privados para demorar la organización de mi ejercito, acogiéndose a
las determinaciones de su congreso, atender el grave mal que va a
sufrir la Nación con la falta a la combinación con el Gral. San
Martín".
Esa
postura de Aráoz fue acentuándose día tras día. Y cuando el
gobernador Felipe Ibarra solicito a Güemes ayuda en contra de Aráoz,
quien atacaba Santiago del Estero e impedía el envió de la ayuda
para el Ejercito de el Ejercito de Observación, el Gobernador de
Salta ordenó que sus fuerzas regresaran de Humahuaca y marchara
sobre Tucumán. Contó para obrar así con el consentimiento de la
Asamblea Electoral y del Cabildo de Salta. Enterado el Gral. Olañeta
de lo que ocurría entre Güemes y Aráoz, decidió invadir
nuevamente la provincia. El gobernador sustituto, don José Ignacio
Gorriti, resolvió partir al encuentro de las avanzadas enemigas, que
habían ocupado la ciudad de Jujuy. El 29 de abril Gorriti vencía y
tomaba prisioneros a todos los integrantes de la vanguardia realista,
incluso su jefe el coronel Guillermo Marquiegue. Frente a este
contraste el Gral. Olañeta retrocedió hasta su Cuartel General en
Tupiza.
Por
su parte Güemes, se dirigió nuevamente a tomar el mando de su
fuerza, que se encontraba en Rosario de la Frontera, hasta donde
había retrocedido después de la derrota que sufriera Heredia en
Tucumán. Encontrándose en este punto, el coronel Jorge Enrique
Vidt, jefe de su vanguardia, venció a las tropas tucumanas, y se
establecía en la Cañada de los Nogales, a 10 Km. de Tucumán.-
Se
aprestaba Güemes a avanzar con el grueso de su fuerza, cuando se le
informó que había tenido en la capital salteña la Revolución del
Comercio. El 24 de Mayo de 1821 los revolucionarios en su mayoría
comerciantes y cabildantes habían aprovechado la ausencia de Güemes
para apoderarse del gobierno y deponerlo. Designaron Gobernador al
coronel Saturnino Saravia.
Güemes
marchó de inmediato, con algunos de sus hombres hacia Salta, adonde
arribo el 31 de Mayo de 1821. Se impuso sin luchar, por cuanto las
milicias que apoyaron a los revolucionarios, en cuanto vieron al
prócer, pasaron a ingresar sus huestes. Los rebeldes cerraron sus
comercios y huyeron a Tucumán, excepto don Mariano Benítez, quien
se dirigió hacia el Potrero de Linares de propiedad de su suegro;
este le dio un baqueano, quien lo guió hacia el campamento realista.
En
estas circunstancias Güemes fue informado que de otra vez Olañeta
invadía la provincia. Recurrió entonces a las divisiones que
estaban en Rosario de la Frontera y que iban a avanzar sobre Tucumán
y se dedicó a preparar la defensa de la provincia. El Gral. Antonio
Olañeta sin disputa el más calificado adversario realista de
Güemes, había decidido avanzar por la Quebrada de Humahuaca y luego
retroceder para dar la impresión de que se retiraba. Simultaneamente
dispuso que el teniente José María Valdéz “El Barbarucho”, con
400 hombres, avanzara por la desértica ruta del Despoblado.
MATAR A GÜEMES: MISIÓN CUMPLIDA
El
general español Olañeta dispone que su lugarteniente, apodado el
“Barbarucho”, que acampaba en Yavi con 400 hombres, marche hacia
el sur en maniobra oculta y sigilosa, con el propósito de alcanzar
en el menor tiempo posible la ciudad de Salta, sorprender a los
patriotas y cumplir con el 0bjetivo principal: asesinar a Martín
Güemes, verdadera pesadilla goda. Entre las medidas que adopta para
encubrir esta operación, Olañeta levanta su propio campamento de
Mojos sin dejar ninguna tropa, fingiendo retirarse en forma
ostensible hacia Oruro, pero con la idea de retornar velozmente, en
cuanto esta marcha hubiese engañado a los patriotas, para apoyar la
"operación comando" del coronel Valdez, el “Barbarucho”.
Todo
se ejecuta según lo previsto y en su marcha hacia el sur, Valdez, en
lugar de avanzar por la Quebrada, lo hace sin ser advertido por "el
Despoblado" (actual ruta nacional N° 40, que parte de la
localidad de Abra Pampa, sigue por San Antonio de los Cobres para
alcanzar el valle de Lerma al oeste de Salta), que como su nombre lo
indica es desolado y deshabitado, también áspero y lleno de
dificultades por la falta de agua y víveres.
El
“Barbarucho” era un español que, como Olañeta, de comerciante
que había sido en el tráfico de mulas y mercaderías con el Perú,
había pasado a ser un bravo oficial en el Ejército del Rey, para
sostener la autoridad española contra la Revolución.
Según
era fama, se había hecho experto en contrabando, practicándolo
ventajosamente por los senderos extraviados de las serranías que
corren por el poniente de las ciudades de Salta y Jujuy. Este
ejercicio lo había convertido en un baqueano experto, ladino y
audaz, condiciones venidas a pelo para llevar a buen puerto la
riesgosa y, desde todo punto de vista, trascendental "operación
comando" que se le había confiado.
“Tan
brusco era, tan fogoso y tan bárbaro, que muchas veces, después de
cometidas sus torpezas, se arrepentía de ellas; y se lo oía
exclamar entonces, con la misma dura franqueza que correspondía a
sus ímpetus mal educados: '¡Qué barbarucho soy!', quedándole así
para siempre como apodo esta calificación apropiadísima, que él
mismo se la daba” . Valdéz, ayudado por indios baqueanos y algunos
salteños enemistados con el jefe gaucho, cruza la altoplanicie de
“el Despoblado” y se embosca, el 7 de junio de 1821, en la
serranía de los Yacones (20 km al NO aproximadamente de Salta) con
unos 400 hombres de infantería. Luego, al oscurecer, desciende sin
ser advertido al valle pare alcanzar a la medianoche el campo de la
Cruz, sin tropezar con guardias ya que ese flanco es considerado
inaccesible.
Allí
divide sus fuerzas en partidas a cargo de buenos conocedores de la
ciudad y ordena que las mismas se dirijan a rodear la manzana de la
casa de Güemes, lo que se realiza sin mayores tropiezos.
Uno
de los colaboradores del jefe patriota, que ha estado reunido en su
casa y atraviesa la plaza, se topa con una de has patrullas del
“Barbarucho2, y es muerto de un disparo. Güemes escucha la
detonación y sale solo a la oscuridad cerrada de la noche,
convencido de que se trata de algún disturbio aislado, provocado por
la anarquía del campo patriota, sin imaginar que los realistas se
habían desplegado ya por toda la ciudad.
Al
darse cuenta de lo que realmente sucedía, se lamenta de haberse
aventurado sin escolta y pretende huir a la carrera por una Calle
lateral, pero cae en una encerrona y es herido.
Batiéndose
con su proverbial bravura logra subir a un caballo y se dirige al río
Arias, donde es transportado en camilla hasta la hacienda de la Cruz,
para desde allí continuar su fuga hasta El Chamical, donde
fallece, pese a los cuidados de su médico, el 17 de junio de 1821.
Durante
la agonía de Güemes, dos comisiones realistas intentaron comprar su
espada. Salta había sido invadida nuevamente y para mostrar su poder
el invasor intentó pactar con el héroe. Primero le ofreció
atención médica, comprometiéndose a no realizar ningún movimiento
de tropas mientras el jefe gaucho se encontrara impedido. La segunda
vez, Olañeta le ofreció títulos y honores a cambio de su retiro.
En
una última lección de integridad, incorruptibilidad y coraje,
Martín Güemes pidió a su segundo en el mando –Coronel Jorge
Widt- que le jurara que la lucha continuaría aunque él muriera,
mientras hubiera un salteño dispuesto a dar la vida por la libertad.
La entereza del general y el juramento del francés –que se
encontraba al servicio de la Patria- avergonzaron a los realistas.
Valdez,
el “Barbarucho”, el 8 de junio, con su habitual audacia y
temeridad, luego del exitoso atentado contra Güemes, había resuelto
ocuparla ciudad ante el desconcierto y la sorpresa de los
desprevenidos patriotas. Son apresados los principales jefes, unos 35
oficiales, así como armas y pertrechos. Algunos serán pasados por
las armas y otros canjeados más tarde por prisioneros españoles
capturados por Gorriti, en Yala.
Belgrano
y Balcarce - Monumento que marca el lugar donde fue herido el Gra.
Güemes( Ciudad de Salta, Argentina)
Fuente: (sic) Pagina oficial Provincia de Salta
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