Destacamento Orcadas Argentina, único
en Sector Antártico con ocupación permanente desde 1904.
El lugar
Las Islas Orcadas del Sur constituyen un
archipiélago situado a unos 1100 km al sudeste de la isla de los
Estados, casi en el mismo limite norte del Sector Antártico
Argentino entre los paralelos 60º y 61ºS y los meridianos 44 y
47ºW. Se trata de unas 40 islas e islotes pequeños que totalizan
una superficie de casi 1000 km2.
Sus estrechos y pasos, casi todos navegables,
separan unas de otras a estas islas montañosas que ostentan sus
picos casi totalmente cubiertos de hielo y nieve, excepto en los
lugares donde las laderas caen acantiladas. Sus costas, con algunas
bahías más o menos amplias, suelen congelarse por influencia del
mar de Weddell, impidiendo la navegación fuera de los meses del
verano.
La mayoría de las islas de este archipiélago se
elevan bruscamente desde el mar, presentado en su interior una cadena
montañosa que las recorre de este a oeste, de la que descienden
glaciares hacia el mar.
En las costas libres de hielo, especialmente en las
islas que emergen en el sur del archipiélago, los musgos y líquenes
formando un compacto tapiz verde ponen en el paisaje una nota
singular y atractiva que, unida a la presencia de las aves
antárticas, principalmente petreles y pingüinos, que acuden en
primavera y verano, atempera la sensación de soledad que produce el
lugar.
Las islas más importantes del archipiélago son:
Coronación, destacada por su extensión, con sus 450 km2
es la mayor del conjunto y la que también ostenta el pico más
elevado, el cerro Noble, de 1642 m. Sus costas ofrecen diversos
aspectos: la costa norte es más bien baja y el hielo que la cubre
desciende suavemente hacia el mar; la costa oriental es quebrada e
irregular con bahías y altos acantilados; la costa oeste es en parte
acantilada; la costa sur cubierta totalmente por glaciares, es la más
alta de todas.
Frente a la parte media de la costa sur de la isla
Coronación emerge la isla Signy, y en el extremo sudoeste de la isla
de referencia muy próximo a su costa están las isla Larsen y, más
hacia el oeste, las Inaccesibles.
Entre las isla Coronación y Laurie, al este de
aquella, se interpone la isla Powell, y al nordeste de ésta, surge
la isla Montura.
La isla Laurie es la que sigue en extensión a la
isla Coronación. Aproximadamente mide 21 km de este a oeste,
variando su ancho desde 222 m en la parte más estrecha, hasta 9 km
en la más amplia.
La costa norte de la isla Laurie presenta cuatro
bahías, una de las cuales, denominada Uruguay, mide 7 km de ancho.
En la costa sur de esta bahía se abre la caleta homónima en la que
se encuentra la instalación argentina, en los 60º44'S y 44º44'. En
el fondo de la caleta se forma entre las montañas un pequeño pasaje
o istmo de poco más de 400 m de ancho, que separa la bahía Uruguay
con la bahía Scotia que se abre en la costa sur de la isla. Esta
tiene una entrada de casi 4 km de ancho. En el fondo de esta bahía
se abre la caleta homónima. Con relación a las operaciones de
desembarco se prefiere, por lo general, operar en bahía Scotia, por
la relativa tranquilidad de sus aguas, protegidas por la península
Mossman.
El nombre actual del archipiélago es traducción de
"South Orkneys Islands", topónimo con el que aparece
en la carta de James WEDDELL, quien en 1823 visitó las islas, o sea
un año después de haber sido descubiertas por el capitán POWELL.
En cuanto a la denominación "isla Laurie"
fue usada por primera vez en un mapa editado en 1822 por el agente de
ventas de cartas del almirantazgo británico, Richard Holmes LAURIE.
LA EXPEDICIÓN DEL DR. BRUCE
El Dr. William Speirs BRUCE partió de Edimburgo,
Escocia, el 02-NOV-1902 para cumplir trabajos científicos en la
antártida, que le fueron encomendados por la Royal Scottish
Geographical Society (RSGS) -Real Sociedad de Geografía de Escocia-,
de acuerdo con las recomendaciones del VII Congreso Internacional de
Geografía celebrado en Berlín, durante 1899.
El Dr. BRUCE se había propuesto explorar y estudiar
el sector del casquete polar situado al sur de nuestro continente.
Arribado a las latitudes antárticas a bordo del "Scotia",
después de haber recalado en las islas Malvinas y no pudiendo
continuar la navegación por impedírselo el hielo que ya cubría en
gran parte el mar, decidió poner proa hacia las islas Orcadas del
Sur, descubiertas por George POWELL en 1821, que ya había visitado
en un viaje anterior.
Llegado a la isla Laurie, una de las mayores del
archipiélago, el "Scotia" penetró en una bahía en
la costa sur de la isla, bahía que fue bautizada por BRUCE con el
nombre de su barco.
Esto ocurría en el mes de marzo y a esta altura del
año el mar comienza a cubrirse rápidamente de hielo. El "Scotia"
quedó aprisionado, BRUCE y sus hombres decidieron invernar en la
isla. Era necesario, tener una casa para sobrevivir en un lugar tan
inhóspito y en la peor época del año y los expedicionarios se
dedicaron a la tarea de construir un albergue donde pasar el
invierno. Así surgió "Omond House", la primera
casa-habitación en las islas Orcadas del Sur; una pequeña casilla
de madera protegida por fuera con piedra de las faldas de los cerros
próximos. El nombre le fue dado en honor de uno de los
patrocinadores de la expedición.
Tal fue el humilde orígen de nuestro primer
observatorio en las Orcadas y primer establecimiento permanente en la
antártida.
En Omond House pasó BRUCE aquel invierno de 1903 en
espera de que el deshielo le permitiera salir con el "Scotia"
en procura del puerto de Buenos Aires con el fin de reaprovisionarse.
Mientras tanto, los hombres no permanecían inactivos. Otra pequeña
casilla de madera para depósito del instrumental de magnetismo
terrestre se levanto en un lugar próximo a Omond House, además de
pequeños abrigos para observaciones meteorológicas instalados en la
playa de bahía Scotia.
Llegada la época propicia para la navegación,
BRUCE dejó en Omond House una dotación de seis hombres encabezadas
por el meteorólogo Robert Cockburn MOSSMAN, que durante los años
1896 a 1900 había ejercido la dirección de la estación de
meteorología de Edimburgo y la superintendencia del observatorio de
Ben Nevis, Escocia. Así continuaría con los estudios y
observaciones hasta el regreso de BRUCE.
En Diciembre de 1903 el "Scotia" llegaba a
Buenos Aires en donde la antártida comenzaba a despertar la
curiosidad y atraer la atención de la gente.
Cuando llegó el "Scotia", hacía apenas
dos años que nuestro puerto había sido visitado por el "Antarctic"
de paso hacia el sur y a principios de diciembre había arribado el
buque "Le Français", de Jean-Baptiste CHARCOT, regresado
de su viaje a los mares australes y la corbeta "Uruguay" de
la Armada Nacional, trayendo a bordo al Dr. Otto NORDENSKJÖLD y sus
hombres que habían quedado aislados y en peligro al perder al
"Antarctic" aprisionado por los hielos.
LA PROPUESTA DE BRUCE
Durante la presidencia del General Julio Argentino
ROCA se daban las condiciones para que nuestro país pudiera
colaborar en el quehacer científico.
La Argentina había decidido la instalación de un
observatorio meteorológico y geofísico en la isla del Año Nuevo,
cerca de la costa norte de la isla de los Estados.
Este hecho sumado a la acción que nuestra marina
acababa de realizar el rescate de la expedición de NORDENSKJÖLD y
apoyando luego al "Scotia" en su viaje a Buenos Aires,
inclinaron quizás al Dr. BRUCE, preocupado por la continuación de
las observaciones iniciadas en la isla Laurie, a pensar que nuestro
país podía acometer esta empresa.
El 9 de diciembre se había realizado en el teatro
Politeama un homenaje a los expedicionarios y en esa oportunidad
NORDENSKJÖLD dijo: "Aquí las expediciones son bien preparadas
y llevadas a buen termino, como lo sabe cualquier persona que observe
la expedición realizada con tan buen éxito por la Armada
Argentina". BRUCE se dirigió al jefe de la Oficina
Meteorológica dependiente del Ministerio de Agricultura, señor
Walterio DAVIS, con la siguiente proposición: ofrecía al gobierno
argentino la instalación de Omond House, el deposito de instrumental
y los aparatos de observación, todo por la suma de cinco mil pesos
moneda nacional. Solo ponía una condición: que dicha venta no se
hiciera publica, que figurase como donación hecha por él a nuestro
gobierno en retribución por la cooperación que le prestara la
Armada durante su viaje a Buenos Aires.
Los funcionarios no necesitaron meditar mucho la
propuesta para comprender los beneficios que resultarían de su
aceptación no solo desde el punto de vista práctico, sino por el
prestigio que daría a nuestro país el emprender tal empresa. Así
fue que el señor DAVIS valoró en su justa medida la importancia de
continuar con las observaciones comenzadas en la isla Laurie y
entrevistó al subsecretario del Ministerio de Agricultura Dr. Carlos
IBARGUREN. "En cuanto me enteré de la propuesta del señor
Bruce -escribió después IBARGUREN- percibí la importancia que
tendría para la Argentina, no solo el interés científico, sino
también político, practico, el establecimiento permanente de una
instalación oficial del gobierno en lo que entonces se llamaban
"mares australes de la República", hoy Antártida; era un
primer paso; tornaríamos así en efectiva la posición de lo que era
y es parte integrante de nuestro país" (Carlos Ibarguren, "La
Historia que he vivido"). Esto es lo que el subsecretario de
Agricultura informó al ministro Wenceslao ESCALANTE, quien
inmediatamente dió su aprobación al proyecto encargando a su
subordinado redactase el decreto con fecha 02-ENE-1904 que fue
publicado en el Boletín Oficial del 05-ENE-1904.
En ningún momento, ni BRUCE, ni la delegación
inglesa en la Argentina, habían considerado bajo soberanía
británica a las Orcadas y menos aún se dió proyección política a
la enajenación de la casilla instalada allí. Los expedicionarios
del "Scotia" reconocieron que esa región no pertenecía a
Gran Bretaña, como se dice en la obra publicada por BRUCE en 1906,
titulada "The voyage of the Scotia".
Muchas veces -se afirma en la página 78 de ese
libro- en los variados temas examinados durante las largas veladas de
invierno surgió la cuestión de la propiedad de las islas Orcadas
del Sur y después de muchas y largas discusiones llegamos a la grata
conclusión de que, aún en esta época del imperialismo, las islas
Orcadas del Sur, habían escapado al poder de todo país y que
gozábamos del privilegio de vivir en una tierra de nadie (no man's
land). Pero temo que esto no dure mucho, no porque la pretendamos
para Inglaterra, porque aun cuando siempre hemos deseado ensanchar
los confines de nuestro imperio no hubiéramos podido pretender
nuevos territorios en nombre de nuestro país sin un mandato de
nuestro gobierno.
Sin embargo, cuando el Scotia volvió a las islas en
febrero de 1904 con una comisión argentina para hacerse cargo del
observatorio, bajo los auspicios del gobierno argentino, la bandera
argentina fue izada donde primeramente ondeara el león escocés y yo
presumo que las Orcadas del Sur son consideradas como una posesión
de aquella potencia".
Junto con el observatorio se instaló también en la
isla Laurie la primera oficina de correos que funcionó en Antártida,
siendo su primer jefe el señor Hugo ACUÑA, miembro de la comisión,
que fue designado para esa tarea por el entonces Director de Correos
y Telégrafos de la Nación, Manuel GARCÍA FERNÁNDEZ y provistos
para tal fin de una valija postal con formularios del correo nacional
y un matasellos para anular las estampillas argentinas utilizadas por
el personal del observatorio. Autor de la iniciativa había sido el
naturalista y geógrafo, Francisco Pascacio MORENO, preocupado por la
defensa de nuestros intereses en la Patagonia y de nuestra presencia
en Antártida.
Grande fue la satisfacción del Dr. BRUCE por el
resultado de su gestión, pues al mismo tiempo que veía asegurada la
continuación de los trabajos realizados por sus hombres en la isla
Laurie, contaba ahora con el dinero necesario para proseguir su viaje
hacia el Polo Sur.
Como debía hacer escala en Laurie para embarcar al
equipo que había quedado en Omond House, se ofreció para trasladar
a los integrantes de la comisión argentina que iría a hacerse cargo
de las instalaciones adquiridas, ya que al estar en reparación la
"Uruguay" nuestra marina carecía de medios para hacerlo.
El 21-ENE-1904 el "Scotia" zarpaba de
nuestro puerto rumbo a las islas Orcadas del Sur. A su bordo viajaban
los siguientes integrantes de la comisión argentina:
Edgard C. Szmula
|
Empleado de la Oficina Meteorológica Argentina.
|
Hugo Alberto Acuña
|
Empleado de la División Ganadería del
Ministerio de Agricultura.
Primer Estafeta Postal del Correo Argentino |
Luciano Honorio
Valette
|
Empleado de la Oficina de Zoología del
Ministerio de Agricultura.
|
Este personal trabajaría en islas Orcadas del Sur
bajo la dirección del señor Roberto Cockburn MOSSMAN, que de ese
modo pasaría un año más en Laurie, lo mismo que William SMITH,
otro miembro de la expedición escocesa, que quedaría en la isla
como cocinero de la comisión.
Después de recalar en las islas Malvinas, el
"Scotia" llegó a la isla Laurie el 14-FEB-1904; el
día 22 se efectuó la sencilla ceremonia de traspaso de las
instalaciones y desde ese momento comenzó a flamear nuestra bandera
en aquel desolado lugar.
Los cinco hombres que por primera vez invernaron en
la isla Laurie durante aquel año de 1904 para estudiar la naturaleza
del extremo austral del mundo, fueron, junto a SOBRAL, IRÍZAR y sus
marinos, los pioneros de nuestra historia antártica, los que
iniciaron la pléyade de hombres que en una u otra forma, vienen
trabajando ininterrumpidamente aportando su esfuerzo a la ardua tarea
de investigar la naturaleza antártica en sus múltiples aspectos,
posibilitando así la participación de nuestro país en el quehacer
científico junto a otras naciones empeñadas en la misma obra.
En 1927 se inauguró en isla Laurie la primer
estación radiotelegráfica en la Antártida.
Del ámbito del Ministerio de Agricultura, el
Observatorio de las Orcadas del Sur, pasó a depender en 1951 de la
Fuerza Aérea Argentina.
En 1952 por Decreto Nº
13714 pasa a jurisdicción del Servicio de Hidrografía Naval (SHN)
como Destacamento Naval Orcadas, servicio del cual depende desde
entonces a través de su Departamento Antártida
PERPECIAS DE LA PRIMERA COMISIÓN
ARGENTINA
En "Viaje a las Islas Orcadas Australes"
publicado en Buenos Aires en 1906, dice el señor Luciano H. VALETTE:
"El panorama que nos rodeaba era constituido de
cerros escabrosos cubiertos de eterno hielo, témpanos formidables y
enormes ventisqueros."
"Nuestra habitación revestida exteriormente
por una muralla de piedras era, sin ser confortable, muy sólida y
debido a su edificación primitiva tuvimos siempre una ventilación
natural excelente, tanto más necesaria cuanto que la sola pieza que
la constituía era colectiva. Por esa circunstancia, la mala higiene
domestica fue inevitable con motivo del amontonamiento de materiales
en un reducido espacio, el cual servia a la vez de cocina,
dormitorio, comedor, laboratorio, etc."
Al poco tiempo de instalados ya tuvieron los
expedicionarios las primeras experiencias desagradables de la vida en
aquellas regiones. El clima frío y húmedo, el cielo permanentemente
cubierto por espeso manto de nubes que muy de vez en cuando se abre
para dejar paso al sol; la niebla, que al ocultar el paisaje torna
monótono el ambiente, todo ello hace dura la existencia del hombre
allí.
En días de cielo descubierto, a pleno sol, el
paisaje es maravilloso. Pero tal cosa ocurre muy rara vez. En
aquellas latitudes, precisamente, predominan las tormentas con
fuertes vientos y nevadas. Y es lo que tuvieron que soportar nuestros
hombres en los comienzos de su vida antártica. Tras una primera
tormenta con ráfagas de 95 km. por hora desencadenada a fines de
febrero, y que produjo la pérdida de algunas pieles de aves y peces
que había coleccionado el señor Valette, encargado de los estudios
de zoología, el 8 de marzo un segundo temporal mucho más violento
aun llegó a amenazar seriamente a la pequeña vivienda cuyo parapeto
de piedras fue derrumbado por el golpe de las olas que llegaron hasta
2 m de la puerta de Omond House. Pasado el temporal comenzó la dura
tarea de las reparaciones. Hubo que rehacer el parapeto que servia de
protección a la casa, para lo cual se transportaron grandes bloques
de piedra utilizando palancas y una considerable cantidad de piedras
menores en trineos. Todo el material era de la falda de los cerros
que se levantan a unos 100 m de las instalaciones. Casi todo el mes
de marzo se empleó en estas tareas que dejaron casi exhaustos a
nuestros inexpertos expedicionarios, recién llegados de Buenos
Aires. En la madrugada del 4 de abril comenzó a soplar desde el
sudeste un viento amenazador, a la hora no quedaba nada del parapeto
y las defensas que habían costado un mes de agotador trabajo. Todo
cayó bajo los embates del mar que, en sucesivas y violentas oleadas,
había llegado hasta el lugar. Y no solo piedras se llevó el mar;
también algunos cajones de víveres, lo que fue peligroso para una
expedición que permanecería totalmente aislada y sin ningún
contacto con el exterior, por un tiempo que no podía ser establecido
con certeza, ya que son las condiciones climáticas las que decidirán
la fecha del relevo. La pequeña casa-habitación tuvo que se
abandonada pues el agua la rodeó totalmente. Con el viento soplando
a 110 km/h el frío intenso y la molesta borrasca de nieve, los
castigados hombres se dirigieron hacia la costa de la bahía Uruguay,
más separada de los vientos del sudeste; llevaban consigo dos carpas
para utilizarlas como vivienda temporaria, pero el furioso y
enloquecido viento ni siquiera permitió desatarlas. La diminuta
casilla de los instrumentos magnéticos fue la salvación. A ella se
dirigieron los cinco hombres y en ella permanecieron en incomoda
situación, pero al reparo, hasta las diez de la mañana en que
amainó el temporal y aprovecharon para penetrar en la vivienda y
poner a salvo cuanto pudieron.
VALETTE mismo relató la situación: "Estabamos
empapados y con mucho frío, pero el salvamento nos hacia olvidar
todo. Mientras nos encontrábamos ocupados en esa tarea oímos unos
crujidos terribles. El viento había arrancado el techo del deposito
de víveres; la rompiente del mar llegaba a más de 50 metros adentro
de la línea de las más altas aguas!"
"Eran las tres de la tarde y a pesar de la
bajamar las olas aun alcanzaban al borde de la casita. El viento
seguía en su furia."
"Adentro de la cabaña era todo confusión y
afuera, en el deposito de víveres, destechado, el cuadro era
desconsolador. A pesar de todo esto no podíamos optar por el
abandono de nuestra vivienda. ¿A donde iríamos?"
Hugo Alberto Acuña |
"En el desgraciado caso de que el derrumbe de
la cabaña se hubiera producido, pusimos un hacha al lado de la
ventanita para hacerla saltar y salir luego por ella, pues la puerta
hubiera quedado sin acceso."
"Entretanto, llegaba la hora de la otra pleamar
y el viento nada había calmado. La noche era horrorosa y el mar
bañaba nuevamente los cimientos de la casita."
"En ese momento la obsesión de aquellos
hombres era la siguiente pleamar cuya hora ya se aproximaba. Fue
entonces que la Providencia quiso que el mar arrastrara a la playa
unos grandes bloques de hielo que sirvieron luego para romper y
disminuir así la fuerza de las olas", narra VALETTE.
"Al día siguiente, concluido el temporal,
comenzó de nuevo la tarea de las reparaciones. Hubo que arreglar el
almacén de provisiones que había quedado sin techo y en desorden.
Con los mismos cajones de víveres se hicieron las paredes y se
utilizaron todos los elementos posibles y todas las artes del ingenio
para hacer la mejor construcción posible."
"A fin de obtener tirantes y gruesos clavos
–dice Valette-, tuvimos que deshacer un gran trineo. El techo se
cubrió con lona y sobre ésta un tejido impermeable. Luego se
fortificaron las paredes exteriormente con una espesa capa de piedra
que acarreamos en trineo desde la falda de los cerros más próximos.
Muchas de estas obras se hicieron con grandes dificultades, no solo
por la falta de elementos, sino debido a los fuertes vientos. La
tarea era tanta y tan pesada que nuestros semblantes agobiados se
asemejaban a presidiarios condenados a trabajos forzados."
Para el 22-ABR-1904 se concluyeron los trabajos y el
30 ya cubría la superficie del mar una gruesa capa de hielo,
fenómeno tan esperado por los expedicionarios ya que el peso del
hielo le hacia perder al mar toda potencia y peligrosidad.
En adelante el peor enemigo sería el hastío.
Efectivamente, durante el invierno antártico la actividad es casi
nula, salvo las tareas habituales domesticas y, sobre todo, despejar
de nieve ventanas y accesos. La inclemencia del tiempo y la
oscuridad, excepto unas pocas horas al mediodía, obligan a
permanecer en la vivienda días enteros. Si se piensa que la reducida
Omond House era utilizada como cocina, comedor, dormitorio y
laboratorio, podremos imaginar lo que fue la vida de los cinco
integrantes de aquella primera comisión argentina en Antártida
durante el invierno de 1904.
Pero llegó octubre y arribaron a Laurie los
primeros pingüinos, lo cual fue muy celebrado por nuestro hombres,
cansados ya de tanta soledad y silencio como habían soportado aquel
singular invierno, durante el cual la única compañía extraña
había sido la de las palomas antárticas. Ahora por lo menos había
otros seres en Laurie, a quienes escuchar y contemplar, observar sus
costumbres y movimientos. Todos se alegraron con esta nueva compañía
en la isla, el más entusiasmado habrá sido Valette, cuya misión
era precisamente estudiar la fauna del lugar. "Una bella mañana
del mes de octubre -dice- me presenté por primera vez en un
criadero. Me encontré allí ante la mejor sociedad de la isla. El
pueblo no dio muestras de impaciencia y continuó sin
interrupción su tarea de construcciones para el dulce ".
En efecto, los pingüinos viviendo durante el
invierno principalmente en el mar libre de hielos en latitudes más
bajas, llegan al continente avanzada la primavera y se instalan en
tierra firme para procrear, lo cual realizan una vez concluida la
sencilla construcción del nido, un montoncito de piedritas que
acarrea el macho y deposita junto a la hembra encargada de
acomodarlas en circulo y en cantidad suficiente para albergar e
incubar los huevos. Puede suceder que la hembra permanezca impasible
ante la donación de las primeras piedritas o bien que se aleje del
lugar, entonces el "galán", ante el rechazo, busca una
nueva "doncella".
Repartiendo el tiempo entre las tareas domésticas,
los trabajos específicos de cada uno, las largas caminatas en dos
días muy buenos, llegó el 31 de diciembre y con él, el "aguinaldo
de Año Nuevo", como dice VALETTE.
"Gloria y contento -escribió-, era la corbeta
"Uruguay", la mascota polar de la Armada Argentina, que
avanzaba lentamente entre los hielos en demanda del puerto". Con
ella llegaba el relevo para el segundo año del observatorio de
Orcadas, y para nuestros hombres la hora del regreso.
Es destacable la actuación de José Manuel MONETA;
formó parte de las expediciones a las islas Orcadas durante 1923,
1925, 1927 y 1929 actuando como jefe en las dos últimas. Volcó su
experiencia en la obra "cuatro años en las Orcadas del Sur"
(ver: Argentina en la Antártida, T.I, pp.56-59).
La base Orcadas, ha significado para la Armada una
continua tarea, no sólo por la permanencia de sus dotaciones sino
también por los relevos efectuados año tras año, realizados
incluso con buques balleneros y mercantes, continuando la tarea con
buques como la corbeta "Uruguay", el ARA Guardia Nacional,
el ARA 1º de Mayo, el rompehielos ARA General San Martín, el buque
polar ARA Bahía Paraíso y el rompehielos ARA Almirante Irízar,
apoyado año tras año por distintos avisos como el ARA Gurruchaga o
el ARA Irigoyen.
Por otra parte, las comunicaciones con el Sector
Antártico Argentino han sido ininterrumpidas a partir de la
instalación de la primera estación radioeléctrica en 1927, a cargo
del Suboficial Emilio BALDONI, quien se comunicó con Ushuaia el
30-MAR-1927. Desde entonces Orcadas ha estado unida al continente a
través de los distintos sistemas radioeléctricos, a pesar del
incendio sufrido el 25-AGO-1975 que destruyó la casa principal.
Durante la Campaña Antártica de Verano de 1979/80 se inicio la
construcción de una moderna casa-habitación, y posteriormente en
1992 se concretó la instalación de una antena satelital que permite
la recepción de señales de televisión.
ACTIVIDADES
Se realizan trabajos sobre: meteorología de
superficie y de altura, cuenta con una central de pronósticos
antárticos; magnetismo, componente vertical y horizontal, cómputos,
observaciones y lectura de registros, relevamientos geológicos y
localización de sensores; observación visual de auroras;
científicos del IAA-DNA realizan estudios glaciológicos, estado del
hielo en el mar; en biología, observación de la fauna, trabajos
sobre aves y mamíferos marinos y monitoreo de colonias de pingüinos;
la actividad geológica y geofísica es discontinua.
Todos los datos de la entrada son autoría y derechos de"Fundación Marambio"
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